
No confiaban en las estrellas, ellas lo venían prediciendo.
Mientras más los alertaban, más las ignoraban.
Mientras más prometían, más callaban.
El lado oscuro de las luces flotantes no se hizo esperar mucho más.
El odio irradiaba sus cuerpos aparentando fragilidad.
El tamaño disminuía, el polvo se esparcía.
Los colores se inventaban, los brillos se apagaban.
El sonido dejó mudos e inertes a los que observaban.
El llanto era en vano.
Todos lo sabían, pero era inevitable.
El arrepentimiento los ahogaba en sus propias mentiras.
Ya nada se podía hacer.Ya todo estaba acabado.
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